La ausencia llega sin llamar.
Y nos lleva a valorar a su contraria, la presencia. Interrumpe nuestro camino, nos paraliza, nos llena de emociones de gran intensidad.
Toda ausencia de un ser querido deja un espacio irremplazable, pues cada uno de nosotros somos únicos. Un espacio que puede no ser visible, aunque sí perceptible, sentido y recordado. Ese espacio, que antes fue llenado por una vida, deja ahora un hueco en el lugar donde habitó.
Recientemente fue el Día de la Madre, una celebración a la figura más importante de nuestra vida, nuestra madre. Un reconocimiento a su trabajo, su dedicación, su amor incondicional. Su amor eterno. Porque al hacernos madres lo somos para el resto de nuestra vida, sin importar donde estén nuestros hijos. Porque ese hueco que vivieron dentro de su vientre deja una huella imborrable, que notamos y que sentimos, para siempre.
Toda ausencia de un ser querido deja un espacio irremplazable, pues cada uno de nosotros somos únicos. Un espacio que puede no ser visible, aunque sí perceptible, sentido y recordado.
La pérdida de un hijo en el período de gestación trae esa ausencia y deja ese espacio igualmente. A ello se une el impacto que supone no llegar a ver a quién ya amabas sin conocer, ni vivir todos aquellos momentos que imaginabas.
Para dar visibilidad a este duelo perinatal, nació la asociación El Hueco de mi Vientre (www.redelhuecodemivientre.es/). Fundada desde la propia experiencia, es una red solidaria de apoyo a familias que han sufrido la pérdida de un hijo (en gestación o poco después) y a los profesionales que les atienden, un lugar en el que todos los afectados contribuyan a dar visibilidad al impacto emocional que supone perder a un bebé y que en algunos contextos es considerado como un tabú innombrable al que nisiquiera se le da espacio a llorar.
Desde El Hueco de mi Vientre se busca la normalización y visibilidad del duelo perinatal, a través de la formación a los profesionales que atienden a las familias, la promoción de cuidados tras la pérdida perinatal y la incentivación a llevar a cabo ceremonias de despedida que ayuden el proceso de duelo.
Cuando Emma Contreras y Rebeca Hoya, presidenta y madre colaboradora de la asociación respectivamente, contactaron con nosotros y nos contaron acerca de su propósito y de la labor que hacían, nos sentimos cautivados por el proyecto en sí y enseguida pensamos en el entorno del Cementerio Municipal de Comillas del que somos gestores, como un marco incomparable y excepcional donde poder dar visibilidad a una causa tan especial.
Es así como hemos dedicado un espacio dentro del mismo cementerio para dar luz a una escultura simbólica “destinada a recordar a todos aquellos bebés que nos dejaron un hueco en nuestras vidas y que representan un “AMAR SIN LATIDO”, tal y como explica una de sus fundadoras. La obra de bronce es del autor Jesús García Trapiello. Abuelo de un nieto que murió durante la gestación y que ha cedido el derecho de réplica para la colocación de duplicados.
Comillas, un enclave para la reflexión
Qué mejor lugar que el Cementerio de Comillas para poder poner en marcha esta iniciativa en Cantabria; un enclave histórico con apertura al mar lleno de rincones que invitan a la reflexión y a la paz.
La red El Hueco de mi Vientre está creando nexos actualmente en Latinoamérica y en España su expansión sigue en crecimiento, estando ya consolidadas en las siguientes localidades: Santander, Madrid, Murcia, Tenerife, Zaragoza, Valladolid, Pamplona, Barcelona, Ávila, León, Ponferrada, San Sebastián, La Coruña.
Su mayor objetivo, según cuentan, es construir “una base social sólida de apoyo, donde poder hablar de muerte y recoger el dolor que esta vivencia le supone a las familias.” Y van dando pasos, pues gracias a su labor ya se puede hablar de EL DÍA DEL RECUERDO, DÍA INTERNACIONAL DEL DUELO PERINATAL (15 de Octubre).
Desde Funcantabria seguiremos nuestra colaboración con la red porque nos emociona participar de proyectos como este que tocan nuestro alma.
Podéis consultar más sobre ellos en www.redelhuecodemivientre.es/
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